No hay texto literario más lúdico que el relato breve, porque juega no sólo con el lenguaje, el tono, el género y el tema, juega sobre todo con lo no escrito, que es mucho, y con la interpretación del lector, que es infinita.
Cuando Edmundo Valadés tituló su antología El libro de la imaginación, es probable que se haya referido a la imaginación no sólo como aquellas brevísimas creaciones, sino a la imaginación que suscitaban y provocaban en el lector más allá de lo escrito.
En el prólogo de Relatos posmodernos mexicanos, Lauro Zavala, asiduo lector, historiador y teórico del cuento mexicano, decía que “es privilegio de los lectores la interpretación de sus múltiples dimensiones”.
Privilegio y fortuna que aun en un mundo vertiginoso y sin freno, podamos recurrir a la provocación imaginativa y reflexiva de la literatura en su formato breve y fugaz, en su carácter inasible e invencible.
Desde la Mesa del Editor, le damos la bienvenida a MiliLetras.
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